"Ser creativos quiere decir no ser prisioneros del tiempo de otros. No tener ni límites ni confines, hasta dar con la idea perfecta que te recompensa por todo ese tiempo que ya no está... Pero en realidad sigue existiendo todavía, solo que bajo otras formas."


"La creación nace de un rayo, de un error respecto al curso habitual de las cosas. No hacemos nada bien hasta que dejamos de pensar en el modo de hacerlo"



jueves, 31 de enero de 2013

Ajenos



El reloj marcaba las 5 a.m. El mar comenzaba a ser bañado por los primeros rayos del albor. Desde la oscuridad de aquella esquina de su habitación pudo contemplar como las olas rompían contra la orilla de la playa, ennegrciendo los finos granos de resbaladiza arena. 

Soltó la cortina que le impedía la visión del espectáculo diurno que pocas veces alcanzaba aquella magnificencia, aquel resplandor innato que parecía venir acompañado de una felicidad impropia de aquellos tiempos de cambio. Buscó su caja de Malboro con calma, con una lentitud que en raras ocasiones le acompañaba, en especial por las mañanas. Degustó el sabroso aroma de la nicotica, aquella droga mortal que llenaba los pulmones de un placer incomprensible para gran parte de los humanos.

Volvió la vista hacia la cama. Ella seguía allí, en su lecho, ajena al mundo, a todo lo que acontecía a su alrededor: el despertar de la mañana, la colilla cayendo pausadamente por el suelo de la habitación, el rumor de las olas, el canto de los pájaros anunciando un nuevo día... Nada parecía poder irrumpir su sueño. 

Él contempló en silencio su cuerpo. Sus largos cabellos negros enmarañados perdiendose por la cama; su blanquecina piel tapada por las sábanas, de manera casi imperceptible; sus curvas, esas que a él le enloquecían cada noche de maneras nuevas e inemaginables. 

Se acercó con cautela. Deslizó sus dedos por su cadedas; sus labios por sus brazos... Sintió como ella se giraba en la cama. La miró a los ojos. Sonreía, como siempre, con esa ingenuidad pintada en los labios. La besó sin poder resistirse más.

Finalmente, como en tantas otras ocasiones, amaneció con ella de nuevo en una cama que no era la suya. Amaneció olvidándolo todo, sabiéndose solo ella y él en el mundo, perdidos en un sin fin de tentaciones.

martes, 29 de enero de 2013

Y tú, ¿qué ves?


El deseo de besar mis labios.
Ese eterno océano sin fin.
El cansancio del luchador. 
La valentía de quién le sonríe a todo lo malo.
Ese brillo apagado que quiere volver a deslumbrar. 





La ambición que me hace continuar.
La pasión por el arte.
La eterna locura.
   El tenerte cerca y saberte lejos.
Las lágrimas que enturbiaron el brillo de la infancia.
 La exigencia de quererlo todo perfecto.
Ese brillo mágico que pretende derribar fronteras.
La ingenuidad a cada segundo.
La inoncia tras cada latir del corazón.

 

Sombra del amanecer



Hay días en los que amanece y el sol despunta por el horizonte filtrandose por los entresijos de la persina mal bajada. Esos días en los que una se despierta con el pelo más revuelto de lo habitual, con un dolor de cabeza impropio en días normales, en especial entre semana. Pero en días como aquel todo cobra un sentido diferente;  días en los que los recuerdos son solo sombras oscuras de la noche, olvidados y enterrados en la barra de algún bar.
En esas frías mañanas, sientes como la bomba de relojería interior de tu cabeza palpita constantemente impidiendote levantarte de la cama o hacer tan siquiera el más mínimo movimiento. Las sábanas, en esos momentos, parecen ásperas, son molestas y también las cosas más incómodas de este mundo... No abres los ojos, y ni falta que hace, porque sabes que la persiana no está cerrada;puedes sentir la incesante luz sobre tus palpebras.

Ambas sabemos que a pesar de que eres consciente de que el cigarro que buscas con desesperación sobre la mesilla de noche no aliviara tu malestar, es reconfortante poder saborear el peligroso sabor de la nicotina entre tus labios. Para tu desgracia, en la mesilla no hay nada, como cabía de esperar. 

Tratas de recordar lo sucedido la noche anterior, un vano intento por tu parte. Sim embargo, intentas por todos los medios reconstruir los acontecimientos de la velada... Imposible... Esos retazos de un sueño inalzanble han decidido abandonarte para perecer una noche más en la pista de baile de alguna discoteca mugrienta, llena de gente, donde el olor a colonia barata impregna el aire. 

Te das la vuelta en la cama dispuesta ya a dormirte. Es ahí cuando te das cuenta de que a tu vera hay alguien desconocido; un cuerpo ajeno, fibroso y desnudo. Te incorporas de pronto, olvidando el dolor de cabeza, sin recordar todavía, pero siendo consciente al menos de que aquella no es tu casa, de que estás en la cama con un hombre que no conoces y de que tu ropa esta desperdigada por toda la habitación...

Afortunadamente, el silencio complice de tu huida nunca delatará que estuviste allí, en la casa de ese desconocido... Como tampoco lo hará el aroma acaramelado de tu perfume prendado a la almohada, o tu escurridiza orquilla olvidada bajo la cama. Así pues, huye, sombra del amanecer...

miércoles, 23 de enero de 2013

Fracaso


La RAE lo define en su segunda entrada como: Suceso lastimoso, inopinado y funesto. 

Yo, personalmente, prefiero definirlo como ese sentimiento que te inunda después de haber intentado lograr un fin y no conseguirlo. Es esa sensación que te deja un sabor agridulce en la boca después de haber querido y luchado con todas tus fuerzas por aquello que amas. 

El fracaso es algo que duele más, cuanto más inmaterial es el fin que perseguimos. Cuando lo que pretendemos es cambiar una actitud dentro de un grupo social, por ejemplo. 

Pero si hay un momento en la vida en el que duele más, es en ese instante en el que ves cómo tus sueños se hacen añicos poquito a poco. Ahí, realmente se siente como el largo filo de una daga atreviesa nuestro pequeño y inestable corazón, dejando tan solo un vacío que el llamado Fracaso se encarga de llenar.

martes, 22 de enero de 2013

Tq


Una sonrisa  que ilumina su rostro.
Una mirada traslúcida como el agua del océano.
Una caricia que se pierde en la noche.
Besos prohibidos en la oscuridad del salón.
La dulce melodía de su respiración agitada rompiendo el silencio.
Su voz murmurando dos palabras que nunca olvidarás...





sábado, 19 de enero de 2013

Give me a sign



Observó la cama vacía. Ojeo la habitación de blancas paredes. No había nada ni nadie, salvo una tristeza que impregnaba el aire, recuerdo que dejaba un sabor amargo en la memoria.

Se preguntó cómo era posible que las cosas cambiaran tanto de la noche a la mañana, cómo podía haber estado sonriendo el día anterior. Incluso los médicos habían hablado de una mejora sorprendente que probablemente sería debido a la visita de sus nietos. En cambio, ahora ya no estaba. 

Deseo poder volver atrás en el tiempo. Recobrar los años perdidos de su infancia, de su adolescencia, aquellos años en los que apenas había prestado atención a las sabias palabras de su abuela, que desgraciadamente ya nunca más estaría. Se preguntó quién le diría a partir de ahora esa frase suya de “parece que has engordado” o “veo que has adelgazado”, aunque ninguna de las dos fuese verdad.

Las lágrimas avanzaron por su rostro. ¿Cuántas lágrimas habría derramado ella a lo largo de su vida? ¿Cuánto habría sufrido? Parecía mentira apenas unas horas antes, una de las personas que más quería en el mundo, una de las personas que la había criado, estuviese y que en esos instantes inciertos en los que nada tenía sentido, hubiese desaparecido de la faz de la tierra para siempre.

Todavía tenía muchas preguntas que hacerle. Preguntas que nunca encontrarían respuesta. 

En el silencio de aquella habitación vacía, tan solo deseo que la escuchase y le enviase una señal, lo que fuese, para saber que ella aún seguía allí… Aunque fuese en la distancia.


Gime a sign - Breaking Benjamin// Canción inspiradora :)

viernes, 18 de enero de 2013

ORGULLO!!


¿Cuántas veces nos han criticado? ¿Cuántas veces nos han dicho: "estás gordo", "eres bajo", "eres feo", "que horror de granos",  y millones más de defectos posibles e inimaginables? ¿Cuántas veces hemos dejado que todas estás tonterías superficiales nos afecten?

Lo cierto es que permitimos que la imagen nos afecte más de lo normal. Si alguien dice que estamos gordos, rápidamente pensamos que debemos ponernos a dieta. Si alguien pronuncia alguno de los temibles adjetivos: feo, horroroso, o similares, entonces estamos perdidos; en el caso de que se trate de una prenda de ropa, la solución es desterrarla al fondo del armario y reemplazarla por una nueva; pero como se trate de un defecto físico... Entonces estamos perdidos, al menos, durante una semana.

Las primeras imágenes son importantes, es algo indiscutible y desgraciadamente, inevitable. Pero, ¿dónde está límite de nuestros juicios a primera vista? Y cuando surgen los prejuicios, entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Juzgar, callar?

Sería una estupidez discutir sobre estas cuestiones. Lo más sencillo es hacer oídos sordos a lo que digan, sentirse orgulloso de lo que cada uno es, porque todos somos diferentes y eso es lo que nos hace ser únicos y especiales, aunque haya quien no lo comprenda.


...


"Cierra los ojos.
Dame la mano. 
Deja que tu imaginación vuele esta noche a mi lado.
Permiteme llevarte a un mundo que nunca antes has imaginado.
Yo seré tu ángel de la guarda.
Yo seré quien haga tus sueños realidad."

Aquellas fueran las dulces palabras que brotaron de entre sus labios. No supo ni quiso saber, cuanta verdad habría en ellas. Simplemente, acepto la propuesta que su seductora voz le ofrecía. En la ingenuidad de su temprana edad no pensó que secretos podían ocultar aquellas propuestas que venían de la mano del diablo, de un hombre diabólico, salido del mismísimo infierno.

Nunca más volvió a ver la luz del día.




jueves, 17 de enero de 2013

No los cambio.


Dicen que todos pasamos por un momento como este en nuestras vidas. Un momento en el que vacío se cierne sobre nosotros, en el que no sabemos hacía dónde ir, en el que no vemos posibilidades ningunas... 

Mi musa se ha vuelto a ir... Espero que no sea por mucho tiempo, porque lo cierto es que la necesito, como preciso del aire que me da la vida. Porque por mucho que me fuerce cada noche a escribir delante de la pantalla del ordenador, cada día un poquito aunque solo sean cinco líneas (algo es algo, todo hay que decirlo), yo sé que no es suficiente. Quiero más. NECESITO MÁS. 

¿Por qué? se preguntarán muchos... Porque es como una droga. Ese momento de motivación total, de extasis en el que estás totalmente sumergido en un mundo totalmente paralelo, creando un mundo distinto en otra época, dando a vida a personajes imaginarios que hasta ese momento solo existían en tu cabeza... 

Esa sensación, esos sentimientos, no los cambio por nada.

viernes, 4 de enero de 2013

Hazlo



La habitación era un caos, un desorden hundido en la más profunda oscuridad rota por la escasa luz que provenía del pasillo y que se colaba a través de la rendija de la puerta mal cerrada. Esa tenue luz que le hería los ojos, bastó para despertarla aquella mañana de finales de enero. Se giró en la cama en un intento vano por volver a sumergirse de nuevo en aquel placentero sueño del que había salido. Sintió el tacto frío de las sábanas sobre su piel desnuda. Recordó con nostalgia la noche anterior, como se había quedado dormida sobre su pecho, y le sorprendió sobre manera no encontrarle a su lado en la cama.

Con sigilo se levantó, apartando la fina tela que cubría su cuerpo, dejando con ello, que el frío invernal de la mañana le agarrotase cada parte de su cuerpo. Un escalofrío la recorrió de arriba abajo. En esos instantes deseó volver a cubrirse con todas las mantas que pudiese y sumirse de nuevo en su sueño.

Caminó por la habitación a oscuras, pisando a su paso millares de prendas de ropa que la noche anterior habían ido cayendo una a una, perdiendo a su dueño, llenando el silencio del cuarto hasta entonces. Cogió una camisa que salió a su encuentro sin importarle a quién habría pertenecido, y se abrochó los botones como pudo. Después, echó la mano hacia una silla que recordaba había cerca de la puerta, un pantalón parecía estar allí esperando por elle, para poder cubrir su desnudez de alguna manera antes de salir a la incipiente luz del pasillo.

Cuando abrió la puerta la luz exterior le dañó la vista. Parpadeó unos instantes antes de salir al estrecho pasillo. Los recuerdos asaltaron su memoria. Recordó el momento en el que había cruzado la puerta de la entrada; dejado las cosas en el salón, él la había abrazado por la espalda, había comenzado a besarle en cuello, la clavícula que su camiseta dejaba al descubierto; ella se había girado con la mirada ardiente, sus labios rojos, carnosos, buscando los de él con un deseo patente en la mirada….

Llegó a la cocina. Lo encontró de espaldas. La radio puesta, aunque no se había percatado de ello antes, probablemente porque estaba sumida en los retazos de una noche inolvidable.  Le vio haciendo el café, tenía dos tazas preparadas encima de la mesa.  Ella se sentó en una silla procurando no hacer ruido, observando sus movimientos, su baile disimulado, su timidez a la hora de tartamudear todas y cada una de las melodías que iban apareciendo. Cuando se giró y la vio, se sonrojó, ella no pudo evitar sonreír. Le gustaba él, le gustaban sus ojos claros como el agua, traslucidos que sacaban a la luz siempre sus emociones.

-        - Buenos días. – Susurró él, acercándose a ella, besándole la mejilla, bajando con    lentitud hasta sus labios. - ¿Tienes hambre? – Ella no contestó, con un solo un movimiento se levantó de la silla, la apartó a un lado, se sentó encima de la mesa y le atrajo hacia sí.

Ya no había carmín en sus labios, su pelo estaba revuelto y enmarañado y no como la noche anterior. Sin embargo, el deseo había vuelto. Sintió como sus manos recorrían su espalda, levantándole esa camisa mal abotonada que ni siquiera era suya; ella no resistió la tentación de quitarle la camiseta, de acariciar y contemplar con fascinación su torso desnudo. Él deslizo la yema de sus dedos por sus muslos, por sus caderas, atrayéndola más hacia sí…

-          - ¿Qué quieres? – Preguntó él casi sin aliento. 

-          - A ti. ¿Qué quieres tú? – Preguntó ella con una pícara sonrisa dibujada en los labios.

-          - Tirarte en mi cama de nuevo y no dejar que salgas nunca de ella.

-        - Pues hazlo.