"Ser creativos quiere decir no ser prisioneros del tiempo de otros. No tener ni límites ni confines, hasta dar con la idea perfecta que te recompensa por todo ese tiempo que ya no está... Pero en realidad sigue existiendo todavía, solo que bajo otras formas."


"La creación nace de un rayo, de un error respecto al curso habitual de las cosas. No hacemos nada bien hasta que dejamos de pensar en el modo de hacerlo"



jueves, 12 de enero de 2012

Personas y ordenadores


Dos personas.

A veces es eso lo que necesitas para sentirte bien contigo misma. Porque la verdad es que gente de confianza con la que puedas hablar tranquilamente y confiarle tus secretos, la verdad es que hay más bien pocas. Por ello cuando las encontramos debemos mantenerlas siempre bien cerca de nosotros, impidiendo que no se vayan.

Yo me siento afortunada por poder tener a esas dos personas a mi lado que me apoyan, me escuchan y me aguantan en mis peores momentos, esos en los que inevitablemente no puedo dejar de dar el coñazo, y ellos aguantan como campeones, no asintiendo como haría cualquier otro, sino atentos a cada palabra que dices, interrumpiéndote para discrepar, demostrándote que sí está prestando atención…

Y sin embargo, parece que el mundo se desmorona en algún momento, ¿verdad? Como si faltase algo o algo estuviese cambiando.

En ese instante quieres echarle la culpa a todo lo que hay a tu alrededor, pero no, el mundo no tiene la culpa, porque eres tú misma la que está en proceso de cambio, del mismo modo que funciona un ordenador la mente humana hace lo mismo: formatea, actualiza, elimina lo innecesario, y por supuesto, elimina la papelera de reciclaje, deshaciéndose de una vez por todas de la huella indeleble que han dejado determinados recuerdos.

Pues bien, a todos nos llega la fase de actualizar. Yo estoy en ella y para desahogarme una vez más, no hay mejor forma que esta: escribir. Cuando esta fase terminé comenzaré la fase de eliminación, borrando al fin lo innecesario, es decir, todo, salvo a las dos personas que guardo a mi lado cuan tesoro, pues su peso no se mide en oro sino en mucho más… 

martes, 10 de enero de 2012

No comments


Ha pasado una cosa extraña. 

Después de mis dos días de desesperación y cacao mental, pero sobre todo de estar insoportablemente borde, resulta que “me pasa algo”. Ahora que estoy bien de nuevo, que he logrado discernir el motivo que me hacía pensar lo que pensaba en aquellos momentos sin comprenderlo todavía, ahora, “me pasa algo”. 

Es increíble la forma que tienen los “amigos” de comportarse. Primero cuando se supone que están solos, que todos pasan de ellos, que las cosas comienzan a cambiar y no les gusta el resultado, entonces es cuando ofreces tu ayuda de buena fe, y claro como no iba a ser menos ellos la aceptan. Después cuando el cambio pasa y ellos se adaptan... Bueno, en eso momento odias a cada una de las personas que existen en este mundo y comienzas a generalizar; porque el hecho de que tu “amiga” se empiece a olvidar de ti te sienta mal y como todo el mundo sabes, insistes una vez, dos, tres... en ocasiones incluso una cuarta, pero llega el momento en el que te cansas, ¿y qué haces?

Nada. ¡NO HACES NADA! 

Y te preguntas: ¿por qué? Porque es tú amiga y la quieres, te respondes a ti misma. 

Lo dejas estar. Dejas que pase porque comienzas a  no darle importancia pues sabes de sobra como son las cosas, como funcionan las relaciones, en especial con ella. En realidad tampoco se lo puedes tener en cuenta porque como todos, ella no iba a ser menos, busca lo que mejor le conviene en cada momento, y si tú no eres lo suficientemente buena para ella, simplemente lo dejas, la perdonas y cuando necesite algo decidirás entre decir: “por supuesto que te voy a ayudar” o “vete a junto tus otros amigos y déjame en paz”.

Cada persona es un mundo, es una evidencia en toda regla, por lo tanto lo que para ti pudo haber sido algo por lo que dar las gracias, para ella fue simple banalidad. Al final, lo mejor parece ser buscar “amigos a la carta” que te digan que es lo que quieren y así, una vez servidos te retiras y buscas otros como hacen ellos.

La mentalidad colmena es lo que tiene… Cuando maduren (y no digo que yo ya lo haya hecho, pero sí empezado por lo menos) se darán cuenta, mientras tanto… ¡QUE LES DEN!

Mentalidad colmena


Existen determinados momentos de nuestras vidas en los que estamos cansados. Hartos de que la situación en la que vivimos, y que por mucho que nos esforzamos en cambiar al final resulta algo inútil.

Esta vez, yo estoy cansada de todo. Cansada y asqueada. 


A lo largo de todos estos años me he arrepentido de muchas cosas, me he sentido triste y desolada, tan solo desahogándome con un trozo de papel que nunca respondía. Lo sigo haciendo ahora, y siempre, es algo inevitable. En cambio ahora comienza el cambio.

Llegó el momento de decir basta. Hasta ahora había estado ayudando a todo el mundo, pidiendo perdón por cada error cometido, callando, ocultando lo que opinaba… Estaba en definitiva intentando encajar en un lugar al que no pertenezco donde todo gira entorno a modas, costumbres estúpidas, reglas rígidas de comportamiento entre los jóvenes que si no llevas a cabo eres visto con malos ojos, convirtiéndote así en el bicho raro.

Sin embargo, yo me pregunto ¿acaso esas personas que visten igual, que piensan igual, que se despreocupan de los problemas que hay en la vida porque su mayor problema ha sido perder a un novio o a enfadarse con una amiga, o simplemente cuta mayor decepción ha sido sacar un 8 en alguna asignatura, son todos ellos mejores que yo? ¿Se creen que pueden hacer conmigo lo mismo? ¿Creen que me dejo manejar?

Pues ¡NO!

¿Sabéis qué os digo? Digo que no voy a dejar que me acorralen de esa manera que estoy hasta las narices, por no decir otra cosa, de agradar a todos, de ayudar a aquel que necesita ayuda y que al final se aprovechen de ti… Estoy cansada de seguir haciéndome la tonta.

Me han dicho en muchas ocasiones que para mi edad soy una persona muy madura. No lo creo, no estoy en la edad de ser madura así que sé que no lo soy, y tampoco quiero serlo. Pero hay algo que en mi opinión marca el punto y parte entre lo que a mi persona respecta y al resto de la sociedad: yo NO QUIERO ESTAR DENTRO DE LA COLMENA.

Por eso desde hoy me he marcado unos nuevos objetivos. Cansada como estoy de todo lo que me rodea, solamente espero irme de una maldita vez. Y sí, generalizo, pero es que las excepciones que se apartan de la regla general siguen sin ser lo que yo busco.

Por una vez en mi vida necesito encontrar a alguien como yo y no me refiero a alguien del otro sexo necesariamente, sino más bien a una mente pensante que pueda discernir la mentira de la verdad, que sepa ver lo que se oculta debajo del manto que nos cubre a toda la sociedad.


lunes, 9 de enero de 2012

Soñar con los pies en la tierra

[ Subido con un par de horas de retraso ]

Son las 00.08 de la mañana del lunes 9 de enero del 2012. Tengo 17 años y mi nombre es Carolina, Carol para todo el mundo.

Esta tarde he estado comiendo en casa de mi tía paterna a la que hacía mucho que no veía gracias a que mi prima mayor ha venido a buscarme. Por un lado me he dado cuenta de que para mí toda en la mayor totalidad del conjunto, toda mi familia resulta ser la unión de unos desconocidos, a los que no sé si tengo muchas ganas de conocer. Por otro lado me alegro mucho de haber ido porque he conocido a una prima que hasta ahora formaba para mí parte del conjunto de desconocidos. Su nombre ya lo he mencionado al comienzo, Patricia.

Me he dado cuenta esta tarde de que ella es prácticamente como yo, la oveja negra de la familia, la causa que todos creen pérdida, el sin salida, el mártir al que todos tienen que aguantar, la soñadora insaciable… Podría pasarme toda la noche calificándola y no terminar nunca. Y sin embargo ella es la que ha encendido la lucecita dentro de mi cerebro para comenzar a escribir esto. Para plasmar sobre el papel de manera clara y directa la esencia de lo que llevo dentro, es decir, un intento de retratarme.

Porque yo tengo sueños, como los tiene ella, y todo el mundo quiere cortarme las alas. No me dejan volar. No quieren que salga de estas cuatro paredes que me aprisionan, por mucho que se quejen de que me paso el día metida en mi habitación sin hacer, lo que ellos denominan, “nada”, en su interior no quieren que salga. La pregunta es, ¿por qué?

Tengo dos teorías:

1.      Tienen miedo a que me lleve un chasco al descubrir como es el mundo real, a que tropiece y me caía para que luego puedan decir: “te lo dije”, y todo porque me paso el día “soñando”.

2.      Tienen miedo a que me vaya y les deje solos, porque si yo no estoy no habrá nadie que cuide de mis dos hermanas pequeñas, ni nadie que les haga de niñera y de criada gratuitamente.

Me da igual. No me importa lo que ellos digan o piensen porque yo tengo mis propias metas y sé que las alcanzaré cueste lo que cueste. Porque piensan que no sé como es el mundo real y se equivocan, tal vez no sepa como es el mundo laboral, pero conozco de sobra como funciona este camino llamado vida.
Os lo voy a explicar.

La vida es eso, un camino. Un largo y duro camino que todos tenemos que recorrer, cuyas metas marcamos nosotros mismos y cuyo fin desconocemos. No es un camino de rosas. Es un camino de piedras, una carrera donde solo importa aprender a caerse, creedme cuando os digo que son muchas las caídas, y luego levantarse de nuevo, siempre con la cabeza bien alta, siendo conscientes de los errores para poder aprender de ellos y evitarlos en el futuro.

Por eso yo sé que soñar no es malo en esta vida siempre y cuando camines con los pies en la tierra siendo consciente de lo que el mundo te ofrece.

Tengo la esperanza y la fe de que lograré hacer realidad mis sueños. Voy a estudiar ADE (Administración y Dirección de Empresas) porque quiero crear una pequeña editorial. Muchos os preguntareis, “¿para qué? Es una perdida de tiempo”, pues muy simple. Desde pequeña mi pasión han sido los libros, y en los peores momentos he encontrado en ellos la solución para evadirme y olvidar los problemas, además de algunos de mis mejores compañeros de viaje; pero no solo eso, también han sido para mí, la inspiración que me ha dado el valor para escribir mi primer libro ya terminado, y el comienzo del segundo, que espero se convierta en una trilogía. Creo, desde lo más hondo de mi corazón, que mi “destino” ha estado siempre dentro del mundo de la literatura, lo he dicho muchas veces, he nacido por y para ella.

Por esto os digo lectores, que por mucho que intenten tirar abajo vuestros sueños poniendo piedras en vuestro camino, no os rindáis, continuad luchando por ellos, demostrándole al mundo que vosotros sois entes individuales con pensamientos propios que no quieren ser manejados por las afiladas manos de la sociedad que tira y tira del hilo del destino, con la única intención de rompernos en mil pedazos.

Alguien escribió alguna vez: “Que el miedo a fallar no te impida jugar”, de eso es de lo que se trata, de apostarlo todo por nuestros sueños siendo conscientes de la realidad en la que vivimos.


Nuevo proyecto

Tras una tarde en “familia”, con unos desconocidos a los que llevaba meses sin ver por no decir apenas dos años, he encontrado una especie de inspiración.  Mi prima Patri, una incomprendida en el mejor de los sentidos (perdona si esto te ofende), es la que ha dado lugar a las reflexiones que llevan toda la tarde pululando por mi cabeza.  Después de una vida entera soñando con convertirme en una gran escritora me he dado cuenta de que tal vez va siendo hora de que comience a escribir algo más real y deje las fantasías.
No sé a donde llegará todo esto. Ni siquiera sé si lo continuaré mañana, pero sea lo que sea voy a poner en ello todo lo que tengo: mi fuerza, mis ideales, mis convicciones, mis sueños, mis esperanzas… Todo, sin importa nada más que yo. Sé con certeza que esto no va a ser una autobiografía, ni una historia al completo de mi vida y mucho menos un diario electrónico. En realidad no tengo ni la más remota idea de lo que es esto… Una cosa tengo clara, si nadie me quiere escuchar, muy bien, no me escucharán, pero lo que no voy a permitir es que me callen y me silencien cuan muerto bajo tierra.
Aquí comienza una nueva historia, una nueva carrera. No todo lo que viene a continuación será real, olvidadlo, porque como ya dije esto no es una autobiografía, tan solo son los pensamientos dispersos que una joven incomprendida como yo ha labrado a lo largo de sus diecisiete años, pero es mejor comenzar por el principio…



Nací una tarde de noviembre de 1994, más exactamente un sábado 26… Siempre quise empezar una historia así, ¿por qué no está? Dejando las bromas a un lado, doy comienzo a esta paradoja.
Desde pequeña fui una niña muy tranquila, rara, y bastante tímida, o eso creo. Mis padres se separaron, si no recuerdo mal, más o menos cuando yo rondaba los tres años, por lo que me crie desde pequeña con mis abuelos maternos, las dos personas a mi entender, más maravillosas del mundo, y a las que yo más he querido. Mi madre trabajaba prácticamente todo el día y apenas la veía, esto es lo que explica la situación actual en la que vivimos, pero no adelantemos acontecimientos.
En lo que respecta al colegio, en mi más sincera y humilde opinión, como ya he dicho antes era muy tímida y rara, por lo que mis relaciones sociales eran más bien reducidas y como es normal a esa edad por conveniencia, es decir los niños solo estaban conmigo de vez en cuando; podría decirse que nunca tuve un gran amigo; no hasta que llegué a cuarto de primaria, cuando empecé a llevarme con una de mis compañeras de clase en la que hasta entonces no había reparado. Su nombre, Marta.  Ella siempre ha sido una persona muy especial, a pesar de que desde que llegué a la ESO nos distanciamos y comenzamos a tener nuestros altibajos en lo que respecta a nuestra relación.
Dije que esto no iba a ser una autobiografía, y no lo será. Sin embargo para que entendáis mi manera de pensar necesito comenzar haciendo un breve resumen de como ha sido mi vida hasta ahora, por si acaso lo que escriba después os suena a harina de otro costal.
Bien, continúo.
A partir de sexto de primaria, pero sobre todo en la ESO, dejé de ser la niña cerrada que había sido hasta ese momento, y tengo que decir que empecé a juntarme con alguna que otra mala compañía. Con todo, el tiempo me trajo decepciones y más decepciones por lo que aprendí a sobrevivir lo mejor que pude en esta nuestra “maravillosa” sociedad que se alimenta de mayorías y mentes inútiles e inservibles debido al pensamiento de colmena que alberga en nuestro país y prácticamente en el resto del mundo.
Este es el pequeño resumen de mi vida social, pero no quiero entrar en detalles. Ahora viene la parte que me interesa en gran medida en estos momentos: la vida familiar.
Al ser hija de padres divorciados, en teoría se supone que debería oscilar de las manos de mi madre a las de mi padre ciertos días de la semana. Pues no, no es así. La realidad es otra. Mi padre, cuya actitud despreciable no quiero pasar a criticar en este momento, apenas se ha preocupado por mí en todos estos años, ya que aparece de vez en cuando, como mínimo tres veces al año: el día del padre, por su cumpleaños, en mi cumpleaños, y ya, como mucho, lo cual le exige un gran esfuerzo, en navidades. El resto del año rara vez recibo una llamada suya, aunque si es verdad que de vez en cuando, se molesta en coger el teléfono y marcar mi número, un día de estos le da un ataque…
En lo que a mi madre se refiere… No quiero entrar en detalles, pero como he dicho antes apenas la veía durante el día, por lo que para mí nunca ha sido una madre en toda regla, por mucho que ahora se esfuerce en recuperar los años perdidos. Los que realmente me criaron fueron mis abuelos y a ellos les debo el haberme convertido en la persona que soy hoy en día y en la gran mujer en la que estoy a tan solo unos pasos de convertirme.
Solo es necesario hablar de una persona más, mi padrastro. Él… Bueno, es un caso especial, en el que tampoco quiero entrar en detalles en estos instantes. Puedo decir que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, y que para mí es el algo así como el padre que nunca llegaré a tener.
Se me olvida mencionar a los dos bichos que tengo en casa, mis dos hermanas pequeñas. La del medio tiene siete años y es insoportable; la más pequeña tan solo cuatro. Por si no os lo habíais imaginado ya, son hijas de Pablo, mi padrastro.