"Ser creativos quiere decir no ser prisioneros del tiempo de otros. No tener ni límites ni confines, hasta dar con la idea perfecta que te recompensa por todo ese tiempo que ya no está... Pero en realidad sigue existiendo todavía, solo que bajo otras formas."


"La creación nace de un rayo, de un error respecto al curso habitual de las cosas. No hacemos nada bien hasta que dejamos de pensar en el modo de hacerlo"



martes, 29 de enero de 2013

Sombra del amanecer



Hay días en los que amanece y el sol despunta por el horizonte filtrandose por los entresijos de la persina mal bajada. Esos días en los que una se despierta con el pelo más revuelto de lo habitual, con un dolor de cabeza impropio en días normales, en especial entre semana. Pero en días como aquel todo cobra un sentido diferente;  días en los que los recuerdos son solo sombras oscuras de la noche, olvidados y enterrados en la barra de algún bar.
En esas frías mañanas, sientes como la bomba de relojería interior de tu cabeza palpita constantemente impidiendote levantarte de la cama o hacer tan siquiera el más mínimo movimiento. Las sábanas, en esos momentos, parecen ásperas, son molestas y también las cosas más incómodas de este mundo... No abres los ojos, y ni falta que hace, porque sabes que la persiana no está cerrada;puedes sentir la incesante luz sobre tus palpebras.

Ambas sabemos que a pesar de que eres consciente de que el cigarro que buscas con desesperación sobre la mesilla de noche no aliviara tu malestar, es reconfortante poder saborear el peligroso sabor de la nicotina entre tus labios. Para tu desgracia, en la mesilla no hay nada, como cabía de esperar. 

Tratas de recordar lo sucedido la noche anterior, un vano intento por tu parte. Sim embargo, intentas por todos los medios reconstruir los acontecimientos de la velada... Imposible... Esos retazos de un sueño inalzanble han decidido abandonarte para perecer una noche más en la pista de baile de alguna discoteca mugrienta, llena de gente, donde el olor a colonia barata impregna el aire. 

Te das la vuelta en la cama dispuesta ya a dormirte. Es ahí cuando te das cuenta de que a tu vera hay alguien desconocido; un cuerpo ajeno, fibroso y desnudo. Te incorporas de pronto, olvidando el dolor de cabeza, sin recordar todavía, pero siendo consciente al menos de que aquella no es tu casa, de que estás en la cama con un hombre que no conoces y de que tu ropa esta desperdigada por toda la habitación...

Afortunadamente, el silencio complice de tu huida nunca delatará que estuviste allí, en la casa de ese desconocido... Como tampoco lo hará el aroma acaramelado de tu perfume prendado a la almohada, o tu escurridiza orquilla olvidada bajo la cama. Así pues, huye, sombra del amanecer...

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