Espera sentada delante del teléfono. Las manecillas del reloj parecen conspirar contra ella. El tiempo no quiere avanzar... Espera el sonido que anuncia su voz al otro lado del auricular... Esa llamada que como muchas veces antes, le ha ayudado en los malos momentos, le ha reconfortado cuando estaba triste... Esa llamada que le hacía sentirse especial y con la que dejaba de sentirse sola...
Y es que ya nada importa… Solo se arrepiente de todas aquellas palabras cargadas de veneno que le dijo cegada por la rabia la noche anterior, y solo puede pensar en susurrarle palabras de perdón al oído… Porque tiene que admitir que se equivocó…
Se equivocó…
Pero ella no sabe que esa llamada nunca llegará… Que nunca más volverá a escuchar su voz, porque esa voz ha quedado sepultada bajo las piedras del olvido, condenado a una existencia etérea…
Solo dos son las cosas que necesita decirle: un “te amo”, un “te necesito”…
Ahora solo le queda llorar sentada delante del teléfono lamentándose por lo que no pudo decir… Por lo que calló sin querer…
Porque ya es demasiado tarde…
No hay comentarios:
Publicar un comentario