1948. Este es el año en el que se recoge uno de los derechos más importantes de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
Cierto es, y es algo innegable, que lo que este derecho implica puede tener consecuencias. En un primer momento, cada cual es libre de decir, escribir, manifestar, lo que considere oportuno, como considere oportuno y en donde considere oportuno. Pero yo me pregunto, ¿y qué ocurre cuando alguien se siente ofendido por aquello que expresamos haciendo uso de nuestros derechos?
Puede parecer que con una disculpa basta. Yo creo que no es así. Más que nada porque la gente no suele querer aceptar tus disculpas y entonces, es cuando te atacan, te persiguen, te ponen esa cruz de la que prácticamente es imposible deshacerse. Sin embargo, lo peor no es eso. Lo peor es que haya personas que te ataque simplemente por hacer uso de tu DERECHO de manera pública, deliberada y antipática.
No me importa pedir disculpas si escribo algo que pueda resultar ofensivo para alguien. No obstante, no pienso callarme jamás, ni volver a doblegarme ante nadie. Si a alguien no le gusta lo que lee, que no lea, pero que tampoco incordie.
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